APC 25

78 en casa por obligación: “Causará asombro y estupor, cuando se analice en el futuro la cobertura informativa de los medios de comunicación españoles sobre esta crisis, en clave global, nacional, regional o local, durante el mes de febrero y primeros diez días de marzo de 2020, periodo en el que el coronavirus y todas sus incidencias extrasanitarias ya copaban abrumadoramente la apertura y el porcentaje de noticias en televisiones, radios, periódicos y agencias, que se dedicara más tiempo y más prioridad a informar sobre si habría o no procesiones en Semana Santa, y prácticamente nada de atención a todos los factores de riesgo que se cernían sobre el conjunto de los sectores económicos y de población para mantener actividad, empleo y prestaciones sociales si en grandes áreas del planeta, y en especial Europa, se encadenaban confinamientos y paralizaciones de producción y movilidad como los de China. La mayor parte de empresas, pymes y autónomos carecen de medios para aguantar meses de gastos sin ingresos”. ¿Por qué se hace pasar por normal tan escandalosa miopía? Era evidente que asomaba por el horizonte una ola de excepcional interés informativo por parte del 100% de la población. Porque emergía una amenaza a la vida de cada cual. Invisible y sin tratamiento médico. Todos los sectores empresariales y profesionales, cuando van a ser objeto de una demanda extraordinaria, afrontan la situación en pos de incrementar la captación de usuarios, la identificación con el medio, la reputación de liderazgo social. Sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación incumplió esa máxima empresarial y desaprovechó esa oportunidad de recobrar la primacía en la función de referencia a seguir por parte de la ciudadanía. Basta un ejemplo: durante un año, en modo piloto automático, dedicaron a los bares el 90% de las informaciones realizadas para hablar del impacto de la pandemia en la vida económica y laboral. Y la carencia principal que les llevó a ese hartible perspectiva no es la falta de recursos, sino la falta de nivel y de criterio en la cúpula de los medios. Una de las razones por las que España lleva más de quince años embarbascada es el arrinconamiento del periodismo de calidad, factor de vertebración social tan importante como tener hospitales de calidad, colegios de calidad, aeropuertos de calidad,... Cuando la crisis de las instituciones cronifica la crisis socioeconómica y ante el temor a sus consecuencias se pone en crisis la comunicación de la verdad, la impostura entra por la puerta y el periodismo salta por la ventana. En el momento más inoportuno y peligroso para sus intereses, cuando en la primera década del siglo XXI emergían las redes sociales, la mayoría de los medios le dieron la espalda a la realidad social y económica cuando estalló en 2007 la crisis financiera, en España mucho más destructiva porque la burbuja inmobiliaria era descomunal. La opinión pública poco a poco empezó a acostumbrarse a recibir menos aporte del oxígeno inherente a la libre información bien fundamentada, que emana de tratar a la audiencia con respeto para que conozca, piense por sí misma y sea permeable a discernir si sus certezas eran solo apriorismos, y si sus candentes necesidades de información para salir de la quema tienen o no espacio y contenido en los medios. Año tras año, la suplantación ganó adeptos en tiempos de mensajería instantánea que aporta la sensación de estar al tanto. La El avance más importante que necesita el sector de la Comunicación es frenar en seco el pandémico retroceso de la calidad. Muy pocos ámbitos se salvan de esa deserción. Impera el mantra de que es imposible conseguir rentabilidad si se trabaja con criterios de excelencia.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjE4MTM=