APC 25

32 vísperas de la crisis de 2008. Un ciudad como Sevilla mantenía cuatro diarios de esas características. Pero es cierto que lentamente se va imponiendo el sistema -que ayuda notablemente a la información de calidad- de forma que la suscripción digital, que es comparativamente barata, avanza entre nosotros, como en toda Europa. El éxito perceptible de las plataformas de intercambio de vídeos por abono es otro buen exponente. Cuando sean muchos los medios que comiencen a tener más ingresos por abono que por publicidad, el sistema ganará en calidad y en credibilidad. Pero mientras... Sea en papel o en pantalla, sean veteranas emisoras de radio o canales locales de televisión, es una información que, aun con sus aludidas limitaciones, da la cara y se identifica, pero ha de competir con otros medios muy diferentes. Aparecen esas redes sociales donde nada ni nadie exige comprobación de veracidad, donde lo que se presenta como información circula con rapidez y gratuidad e incluye las más insospechadas informaciones, a menudos falsas o descontextualizadas. Aparecen figuras nuevas, como los influyentes (influencers), que ganan de inmediato popularidad y credibilidad, aunque tan a menudo no se distinga en sus intervenciones lo que es afirmación o posición propia de lo que es mera recomendación publicitaria, sin que falten evidencias de algún descomunal desconocimiento. Resulta imprescindible que se organicen, aunque sea complejo, fórmulas democráticas para detectar y combatir con rapidez y eficacia el bulo o la información falsa, con tanta frecuencia interesadamente falsa. Los dos años que hemos vivido con la pandemia causada por el Covid-19 han sido tan pródigos en falsas noticias, en elucubraciones descabelladas, con procedencias y autorías fingidas o no fáciles de identificar, que raros serán los ciudadanos españoles, o europeos, que no se hayan sentido víctimas de una u otra forma de engaño. Consecuentemente, el periodismo, o sencillamente la comunicación, se tornan elemento inseguro y generan suma desconfianza. Elperiódico amarillo, el programa de televisión sensacionalista, tan justamente criticados, son sucedidos por un universo mucho más difuso. No hay estudio que no ratifique la baja credibilidad general del sistema informativo, el poco aprecio, con excepciones, de la labor periodística, que tiende además a ser devaluada porque todos nos sentimos ya periodistas, tomando fotos o grabando vídeos, nunca comprobando. No hay otro camino que aprovechar los aspectos positivos del nuevo sistema comunicativo, ese carácter masivo, esa rapidez en la transmisión, ese menor coste, pero en paralelo apostar por una información más solvente, más contrastada, más profesional. Medios volanderos, aunque sean muchos, no garantizan ni calidad ni independencia, debemos apostar por medios sólidos, capaces de estar por encima de presiones económicas, sociales o políticas, de intereses concretos que son los que hoy por hoy están creando o sosteniendo muchos medios. Son imprescindibles, pero tienen su coste. La información barata, sin otro aliciente, no es el camino. Acaba, se está viendo, por no ser información. Los medios digitales, incluso los tenidos por más solventes, ofrecen una variada gama de contenidos patrocinados, fórmulas que ocultan o relativizan la procedencia y el objetivo puramente publicitario. Se disfraza de información lo que es mera propaganda.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjE4MTM=