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31 años de existencia nunca había carecido de ella, y ahora pasa a imprimirse en Dos Hermanas, a 260 kilómetros, en la de su colega ABC, pone el dedo en la llaga: ¿cuántos años durará esa edición impresa? Cada año desaparecen diarios que han venido editándose en papel, los nuevos no pasan de rara curiosidad y normalmente en ellos el papel es mero apéndice de la edición digital. Lo usual es que el nuevo diario o semanario sea puramente digital. El proceso es irreversible, aunque el ritmo resulte bien diferente según los países. ¿Qué sustituye a lo que desaparece? Un estudio relativamente reciente -2018, pero las cifras se modifican con rapidez- de la Universidad de Navarra cifraba en el entorno de los 3.400 los periódicos digitales españoles. En 2022 muy probablemente superen los 3.600. Una cabecera comarcal como Astorga -12.000 habitantes- ofrece hoy tres diarios digitales puramente locales, la canaria Arrecife -60.000 habitantes- mantiene cinco, y Alcoy -otros 60.000 habitantes- dispone asimismo de 5, siempre sin contar ediciones de órganos provinciales o regionales. Bendito pluralismo, podría pensarse viniendo de etapas en las que la mayoría de las capitales de provincia solo ofrecían un diario en papel. Pero cuidado, los nuevos medios, casi siempre privados, salvo algunos órganos municipales, tienen plantillas muy reducidas y ofrecen condiciones laborales muy deficientes. Sustituyen, pero a menudo no dan la talla. Significativo: un reciente informe -2021- del Observatorio de la Universidad Internacional de Andalucía sobre perfiles profesionales incluía el periodismo entre las profesiones peor retribuidas actualmente en España. Los medios digitales tienen menores costes, pero también la publicidad en internet es bastante más barata. Ocurre asimismo que el abaratamiento facilita muchas iniciativas poco sopesadas y la duración media no es alta. Además, la lucha por la publicidad es aguda entre tan elevado número de medios y no ayuda ni a la calidad ni a la independencia. Por ello vemos precisamente como se va diluyendo el concepto mismo de publicidad. Los medios digitales, incluso los tenidos por más solventes, ofrecen una variada gama de contenidos patrocinados, fórmulas que ocultan o relativizan la procedencia y el objetivo puramente publicitario. Se disfraza de información lo que es mera propaganda. El periodismo de investigación se torna imposible fuera de un reducido grupo de grandes medios, la aportación propia y la comprobación de las informaciones es mínima y cede en favor de la información facilitada por los numerosos gabinetes de comunicación, las agencias o incluso la captada de las redes sociales. Constatamos, en paralelo, cómo los núcleos dirigentes, y en especial la clase política, elige la comunicación por twitter, inmediata y masiva y que solo requiere comprimir la información en pocas palabras. Todo un alivio para políticos: no caben preguntas y no hay que prodigarse en explicaciones. Es una comunicación barata y directa, mejor que una siempre compleja campaña electoral. En una sociedad como la española, tan habituada a la consulta gratuita de los medios, el órgano de pago, de servicios por suscripción que surge en este nuevo panorama, encuentra muchas dificultades. Recordemos de donde venimos: el auge de la prensa gratuita en No hay estudio que no ratifique la baja credibilidad general del sistema informativo, el poco aprecio, con excepciones, de la labor periodística, que tiende además a ser devaluada porque todos nos sentimos ya periodistas, tomando fotos o grabando vídeos, nunca comprobando.

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