APC 25

21 credibilidad de los medios, se acelera la muerte del papel y se cuestiona el sentido del periodismo como intermediario, fiscalizador y prescriptor. Acabamos de cumplir 25 años de cibermedios en España, un cuarto de siglo de improvisada historia digital en el que nos hemos tenido que acostumbrar a transitar por una perpetua “tormenta perfecta” que va de lo económico y tecnológico a lo social. ¿Qué entendemos hoy por medio? ¿Y por periodista? ¿Incluimos a los influencers que han dinamitado las fronteras entre los contenidos y las marcas? ¿Y los comunicadores que han construido auténticas comunidades de fans en nuevas plataformas como Twitch y Tiktok? ¿Y a los gigantes tecnológicos que se han quedado con el negocio de los medios? ¿Cómo llegamos a los Millennials y a la Generación Z? ¿Por qué tenemos que escribir para los algoritmos de Google? ¿Es noticia hablar de los vestidos de temporada de Zara, de los productos que arrasan en Mercadona y de cómo conseguir que tu bizcocho casero quede más esponjoso? Ninguna de estas preguntas es aleatoria y ninguna tiene una respuesta fácil. Ejemplifican los retos e incertidumbres a los que nos enfrentamos a diario quienes vivimos en el ojo del huracán que hoy, más que nunca, es la industria de los medios. De la búsqueda del “engagement” con las audiencias a la ficción de las narrativas transmedia. Del periodismo robótico al periodismo SEO. Del activismo mediático al fact-checking como antídoto contra las fake. De Twitter a Instagram. De los vídeos de Youtube a los podcast de Spotify. Resulta paradójico pero uno de los grandes cambios que ha traído el ecosistema digital es poner en cuestión la naturaleza misma de los medios y de los propios profesionales. Ya en el cambio de siglo, el Periodismo Ciudadano evidenció la irrupción de los lectores como coprotagonistas en los procesos de comunicación y ahora es el periodismo colaborativo, participativo o en abierto el que constata el papel central que han acabado teniendo las audiencias. La obsesión por el lector. La idea del quinto poder (la ciudadanía fiscalizando a los medios) que se ha desarrollado en paralelo a la democratización de recursos que ha impuesto el avance tecnológico. Tanto es así que ya hay medios que han creado unidades para gestionar y verificar los contenidos creados por usuarios (CGU), una de las más activas es la de The Guardian, para poder contar con las aportaciones de los lectores. Estamos ante la idea del paso del lector al “prosumidor”, en la medida en que no solo consume información sino que también la construye, y la idea más reciente del “co-creador”. La transformación digital, la necesidad de reinvención, está afectando a todas las áreas y departamentos de los medios y en todos los niveles. Las fronteras entre la comunicación periodística y la publicitaria (con el auge de los branded-content) cada vez están más desdibujadas desde el punto de vista de los contenidos y, en la diversificación del negocio y búsqueda de nuevos nichos de ingresos, cogen fuerza líneas de actuación como los eventos tan conectados con el protocolo y el márketing. Al mismo tiempo, es la imagen y el lenguaje audiovisual el que consigue una mayor conexión con los nuevos públicos, especialmente los más jóvenes, justo esos que marcan la gran preocupación Internet ha desbancado por primera vez a la televisión en los hábitos de consumo mediático y el streaming se abre paso con fuerza imponiendo el directo como código de comunicación preferido por los Millennials y la Generación Z.

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