Programa FeMÀS 2021

MINISTRILES HISPALENSIS, Sacra Musicae instrumentos y los instrumentistas, fue en la primera mitad del siglo XVI cuando los ministriles comenzaron a ser requeridos por las catedrales de la época para sus actos religiosos, y fue en la catedral de Sevilla, centro de referencia religioso, social y cultu- ral en la época, donde aparecen los ministriles por primera vez interviniendo en actos litúrgicos. El enlace de Carlos I e Isabel de Portugal, que tuvo lugar en Sevilla el 11 de marzo de 1526 y en el que tocó una fastuosa capilla real de ministriles, fue probablemente el hecho que hizo ver en la Catedral sevillana que una capilla de ministriles podría en- salzar la imagen de la catedral y atraer hacia ella a más fieles. A partir de entonces se consideró una profesión emergente, así los mejores y más cualificados ministriles gozaron de gran prestigio social, y los Cabildos de las cate- drales se los disputaban para así poder disponer de sus servicios y dar esplendor a sus actos. Es especialmente interesante el caso de la catedral de Toledo, con un con- junto de 8 a 10 ministriles asalariados a lo largo del siglo XVI. A partir de la década de 1530 el fenómeno se hizo extensible al resto de catedrales, colegiatas y parroquias de España y también del Nuevo Mundo, donde fueron muy populares. Conocemos las obligaciones que tuvieron los ministriles en el siglo XVI a partir de libros como la Regla de Coro y Cabildo de la catedral de Sevilla , datado en 1608 y recogido en la Regla de Coro de Adrián Elossu (1687), o el Compendio de obligaciones que deben cumplir los ministriles y capilla de música de la santa Patriarcal Iglesia de Sevilla en el dis- curso de todo el año, según el culto la pompa, majestad y grandeza con que en ella se celebran los Oficios en las festividades de todo el año (impreso por Francisco de Blas entre 1662 y 1723). El calendario de actuaciones se dividía por meses, y se incluían las primeras y segundas vísperas, misas, procesiones exteriores, estaciones dentro de la iglesia, recepción de procesiones de otras iglesias, procesiones particulares, re- cepciones de reyes, procesiones de gloria y, a partir de las órdenes que recibiesen, las fiestas extravagantes , en las que la copla de ministriles era cedida a otras iglesias o Catedrales. Época de esplendor religioso en España, las primeras procesiones de las hermandades que todavía hoy hacen estación de penitencia en nuestras ciudades, tuvieron lugar por aquellos días, y fueron coplas de ministriles las encargadas de dar solemnidad y esplendor con su música a los cortejos procesionales. Acompañadas o no de instrumentos de percusión y de trompeteros, las coplas formadas entre cua- tro y seis ministriles interpretaban piezas litúrgicas escritas en principio para gru- pos vocales o compuestas específicamente para ser interpretadas por instrumentos: salmos, himnos, motetes y piezas profanas de carácter y solemnidad acordes con la procesión. Tales son los casos de los libros para ministriles de la Catedral de Sevilla del que conocemos su índice y ha podido ser reconstruido a partir de otras fuentes, el libro del facistol nº 6 de la catedral de Segovia, los dos volúmenes del Códex Lerma, de San Pedro de Lerma en Burgos, el manuscrito 975 de la biblioteca particular de Manuel de Falla (Granada), o el libro de coro 19 de la catedral de Puebla (México). Los cortejos procesionales solían contar con una o dos coplas de ministriles, que se

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