Programa FeMÀS 2021

13 DE MARZO, Sábado por decenas, que empiezan por una de loor a la que siguen nueve de milagros: estas responden a leyendas europeas (entre las fuentes principales se cuentan Gautier de Coincy y Gonzalo de Berceo), aunque dominan las que suceden en la península ibé- rica. La estructura literaria se repite de forma habitual: primero se sitúa el contexto histórico, luego se narra la experiencia personal, de donde se deduce la intervención de la virgen. Entre los colaboradores del rey está acreditada la presencia del poeta gallego Airas Nunes y de una serie de trovadores provenzales y catalanes entre los que destaca muy especialmente Giraut Riquier (c.1254-1292). La forma más típica de la cantiga es la del virelai francés, que es también la del zé- jel andalusí: un pareado que hace de estribillo, trístico monorrimo o mudanzas y un verso de vuelta que rima con el estribillo que se repite tras él: AAbbbaAA. Cada es- trofa suele tener cuatro frases musicales, una para el estribillo y una distinta para cada uno de los versos de la mudanza, ya que el verso de vuelta repite la música del estribillo. Las piezas con música original son excepcionales. En la mayor parte de los casos, se recurrió a piezas ya existentes. Maricarmen Gómez las divide en seis tipos: las de origen litúrgico o paralitúrgico (en general, adaptaciones del gregoriano); las de la Escuela de Notre-Dame y sus epígonos; las de los trovadores provenzales; las de los troveros del norte de Francia (entre quienes se contaba Gautier de Coincy); las extraídas de un repertorio lírico español antiguo que hoy nos es desconocido casi por completo; las que son contrafacta de las propias cantigas. Las Cantigas se han conservado en cuatro volúmenes, que en realidad forman parte de tres manuscritos diferentes. El más voluminoso es uno de los dos que hay en la Biblioteca del Escorial, que contiene 419 cantigas. A su lado se preserva un volumen excepcional: contiene doscientas cantigas del códice anterior (aunque ocho se han perdido) precedidas de índice, prólogo e introducción. Todas están espléndidamente ilustradas conminiaturas de página entera en viñetas, que suponen una fuente de in- formación extraordinaria sobre modos de vida e interpretación musical del tiempo. Es el conocido como Códice rico. La segunda mitad de ese mismo manuscrito se con- serva en la Biblioteca Nacional de Florencia, pero está incompleto: aparece sólo el pautado para 104 cantigas, pero sin la notación musical. El último de los volúmenes, con 126 cantigas, es el más tardío, no tiene ilustraciones y se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, adonde llegó procedente de la Catedral de Toledo. © Pablo J. Vayón

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